lunes, diciembre 16, 2013

¡QUIERO CANTAR, JODER!


Al final tocará hipotecarnos para poder cantar. El panorama que se le presenta a cualquier banda de rock que quiera expresarse más allá de su local de ensayo es tan deprimente como lo era hace cinco años, o diez veces más.

Salas que te piden pasta para tocar, tanto por entradas vendidas de antemano, tanto por el técnico de sonido, tanto por cascarte un par de birras mientras tocas. Y tocas en salas grasientas y putrefactas, con propietarios que tienen cero interés en buscar una propuesta cultural atrayente, y defenderla, y promocionarla, y facilitarla, y que acaban vendidos al fútbol de los sábados. Otros locales siguen intentando lo contrario, programar conciertos, facilitarnos las cosas a las bandas, pero son cuatro, y tienen los días contados; o cerrarán o pasarán de música en directo. No les compensa. Mejor el fútbol. A todo eso, las bandas se desaniman, no hay conciertos ni perspectivas (eh, hablamos de perspectivas ridículas ¡un puto concierto al mes no debería ser una quimera!) Y al final todo se va al garete.

El panorama rockero para los que queremos tocar (¡en inglés!) está deprimente sí, colmado de ratas y pequeñas miserias a 3 euros la entrada. Pero yo quiero cantar, gritar y retorcerme, que me salgan babas de la boca y que los que tocan conmigo me pateen el culo. Solo que tendré que hacerlo en la calle, si se puede, que creo que ya no. O en alguna sala claro, previa succión del miembro del propietario de turno.

OK, relax. Aquí un bonito vídeo de nuestra última actuación!