miércoles, diciembre 04, 2013

YO, BLACK METALERO CABREADO


Llevo un cabreo monumental con el articulo de Diego A. Manrique (dicho sea de paso, figura esencial en la  historia del periodismo musical en castellano) sobre el black metal, a raíz de la edición en castellano del libro Lords of chaos, que narra las interioridades y miserias que a primeros de los novena condujeron a un grupo de adolescentes noruegos, militantes del naciente estilo musical black metal, a cometer dos o tres asesinatos y quemar un buen número de iglesias de su país.

Sí, en el articulo todo era darle vueltas a lo oscuro y sensacionalista del movimiento, a sus contradicciones y a su estupidez, por otro lado innegables.  Pero ni una palabra de música. Que una parte muy pequeña de los blackmetaleros noruegos fuera imbécil no significa que el black metal se redujera a eso. Se trató de un movimiento artístico de tremendo impacto, con bandas capitales como Emperor o Immortal, que grabaron verdaderas obras maestras de gélida y frondosa poesia nórdica y apabullante y diabólico sonido. Música hubo y mucha, y demasiado buena y revolucionaria como para ignorarla en favor del sensacionalismo.

El black metal fue (y en algunos caso sigue siendo) un movimiento cultural con todas las deformaciones que quieras, pero de una energia creativa tremenda, y una raigambre nórdica inimitable. Música poderosa, libre, al margen de modas, surgida de la oscuridad, la soledad y la naturaleza propia de un país, y de las contradicciones y la energia de la juventud. Como ocurre con la mejor música, claro.