martes, noviembre 19, 2013

LA INTUICIÓN DEL EDUCADOR

Un buen educador tiene la intuición de saber si lo que le está diciendo al niño, lo que le recrimina, lo que le elogia, es auténtico o no. Tengo la ventaja de estar dotado de este sentido primario. Lo sé.

Sé cuando toco las teclas correctas, cuando fluye la comunicación, cuando repartes buenas cartas. Y sé cuando lo hago mal, porque lo siento, porque lo que les dices es un reflejo de tu medida moral, de tu perspectiva del mundo, de como te encuentras y en que punto estás. Cuando te comunicas en clase, tienes un sentido arácnido, una bombilla que se enciende y te avisa si articulas mensajes en una sola dirección, la de tu propio ego, si abusas del piloto automático; cuando las cosas no fluyen y se rompe la partitura.

Enseñar es un placer creativo, comunicativo, ¡mola!, y es también un termómetro moral. Me da pena observar como hay educadores que no saben mirarse al espejo mientras dan la clase. Otros nos vemos reflejados en lo que enseñamos y como lo enseñamos. Luego intentamos tomar nota y hacer los deberes.