miércoles, febrero 29, 2012

ESTOY HARTO DE CENIZOS

El ministro de economía presentó ante las cámaras el defícit estratosférico del país. No por las cifras que daba, que son las que son, sino por su gesto, su actitud, el ministro de economía es un puto cenizo. Estoy harto de que los políticos se escuden en ser cenizos, que pongan cara de estreñidos, de sufrientes maríamagdalenas cuando presentan sus oscuras perspectivas de futuro. Nadie se atreve a prometer un mañana mejor, nadie lidera, nadie mira más allá. Mientras, la sociedad está variando su psicología, y esto si que durará, porque está en nuestro inconsciente. Ahora ponemos malas caras, hay miradas abatidas y cuando te encuentras a un viejo amigo enseguida sale el comentario de "todo está fatal". Los cenizos han conseguido penetrar en la psicología social, y ahora, estrechos y recortados, ponemos peores caras que antes. Hay por lo tanto, más tristeza. Luego mi hija empieza a sonreír (aunque sea un acto reflejo y blah blah, pero yo sé que lo hace porque papá es muy gracioso con ella), y su gesto me desarma. Expande su boquita y dibuja un sonrisón espectacular. Que los cenizos no se lo roben jamás.

lunes, febrero 27, 2012

VAN HALEN, A DIFFERENT KIND OF TRUTH


Después de haber tirado por la basura década y media de su vida, y de haberse destrozado a si mismo hasta ser incapaz de recorrer los punteos de Eruption, después de ser un despojo humano y de caerme realmente mal, Eddie Van Halen consigue ahora que todo un Hagarita como yo se rinda a sus pies, a los de Alex, a los de un imponente Roth e incluso a los del bolón que tienen como bajista, que lleva el apellido Van Halen y que se pasea por el escenario como quién pulula por la sección de embutidos del Alcampo. La reunión de Van Halen fue en un principio un disimulado despropósito. En el 2008 Eddie todavía no estaba en este planeta, y la gira resultó tan alimenticia como la del 2004 con Hagar; ahora sin embargo las piezas encajan, veo imágenes del nuevo tour de la banda y me gusta, y sobretodo, escucho desde hace días el fantástico A different kind of truth, el tajante disco con el que soñaban los pedantes fans de la primera época con Roth. Álbum potente y divertido, loco, festivo; como me suele pasar, erré el tiro, ya que antes de que editaran nada, ya me metía con ellos desde este mi blog, y volví a errar cuando escuché el single Tattoo y me quedé igual. Ironías del destino, ahora no puedo vivir sin Tattoo, que me parece una canción-caramelo, que solo Roth puede interpretar así, y tampoco pasa un día sin que disfrute She´s the woman o Stay frosty. Hay temas mejores que otros, pero qué demonios, no me apetece analizar más. Este disco es una gran noticia, el ambiente perfecto para tu fiesta, ideal para olvidarte de lo escasas que son las novedades musicales interesantes, y para reencontrarte con el sonido 100% Van Halen. Bottoms up!

lunes, febrero 20, 2012

CUANDO PAUL RODGERS ERA OTRO...


Con el tiempo, la reunión de Queen quedó para la historia como una de las más cochambrosas que se hayan dado en los últimos años. Alimentaron a la masa a fuerza de la versión más populista del repertorio Queen, sacaron un disco de rock n´roll provinciano y se fundieron poco después con sus cuentas más saneadas. Desde entonces, Paul Rodgers ha reunido de nuevo a Bad Company, decentemente, sí, y ha ejecutado buenos directos con una banda en solitario, pero hay algo que se perdió en el camino desde que este hombre decidió ponerse en forma en el gimnasio y en la clínica de cirujía plástica. Aprovechando que se edita estos días un directo de la voz de Free de 1994, repaso su disco del año anterior, titulado Muddy Waters Blues, que es blues per se dedicado a Muddy Waters y con invitados del lustre de Jeff Beck, Setzer, Buddy Guy o Slash. En aquella época Paul era más feo, tenía papada y un aire de estrella en asumida decadencia, y por ello se podía permitir editar dobles discos como este. A pesar de que por momentos limpia demasiado el rancio blues de Muddy, su cante suena suficientemente auténtico, y su blues no admite suplementos vitamínicos, ni cirujías ni fitness para rockeros maduros. Con este Paul Rodgers todavía podías tomarte unas copas sin que te largara discursos de alcohólicos anónimos.

miércoles, febrero 15, 2012

HANK III, GHOST TO A GHOST


Después del cuarto tema, Don´t ya wanna, sacado a fórceps de la peor borrachera del rodeo más pordiosero de Texas, viene un remanso de country maravilloso con Ray Lawrence Jr. a la voz (que son dos canciones en una, grabadas de forma improvisada en el autobús de gira de Hank III); es solo un ejemplo de como Hank III domina lo que hace, sin nada que lo ate más allá de sus propias idas de olla y su recién adquirida libertad discográfica, que le impulsó a editar el mes de septiembre pasado cuatro álbumes a la vez. Ghost to a ghost es más básico y más naturalista que anteriores logros del nietísimo, y con el tiempo lo considerarás a la altura de Rebel Within o Lovesick, broke & driftin´. Ghost to a ghost empieza con una signature song tan clásica en Hank III como Guther town, y termina, once estampas sonoras después, con una increíble oda fronteriza (con colaboración de Tom Waits y Les Claypool) que firmarían unos Calexico arrastrándose por la arena del desierto, moribundos y consumidos por la cirrosis, filmados por Sam Peckinpah. Ghost to a ghost se edita en un pack junto con Guther town, otro de los cuatro lanzamientos con los que Hank se ha desquitado esta temporada, pero me encuentro demasiado atrapado por Ghost to a ghost como para enfrentarme a su hermano, que se me antoja todavía más extraño y extraviado. Queda pendiente.

sábado, febrero 11, 2012

LAS PEORES DECISIONES DEL METAL: CELTIC FROST, DE LA VANGUARDIA AL POP METAL

Durante la segunda mitad de los 80, innumerables bandas se sometieron a cambios radicales en cuanto a estilo e imagen, renegando en parte de su pasado y subiéndose a la carroza de la moda glam y el rock duro-blando imperante. Accept tiraron por la borda su prestigio germánico, se deshicieron del gran Robocop del metal Udo, y ficharon a un pintamonas norteamericano llamado David Reece, con la estúpida intención de petarlo en USA grabando un disco estilo Bon Jovi. Naturalmente, el movimiento fue su sentencia de muerte; Michael Schenker formó un efímero dúo con Robin McCauley, otro maniquí de saldo, y trató de entrar en el mercado comercial por la senda estética que estaba marcando el glam de Poison y los demás. Otro fracaso.


(Accept se tiran de cabeza al desastre. Adiós Udo, hola Jon Bon Jovi)

Me fascinan bandas como Krokus, auténticos rockeros con varios discazos a sus espaldas, que a mediados de los 80 fichan por un management nortemaericano (los llevaba John Kalodner) y se convierten de la noche a la mañana en una banda de pop metal sin sustancia y con pintas horribles. Como los anteriores, el fracaso les desmoraliza y desaparecen del mapa hasta la llegada de tiempos mejores.


(Krokus rozaron el éxito y se les fundieron las neuronas. Desde su cuadro de mandos, Mark Storace conduce a la banda al deshaucio)

Y cuántas otras bandas sufrieron el mismo trance. Eran los ochenta, la era Reagan, el triunfo del ultraliberalismo, y todos van a por su pedazo del pastel, en unos USA con miles de adolescentes de clase media, subyugados por la MTV y por un rock duro que de forma simplona y chabacana les decía que no estaban solos. Docenas de bandas, más o menos veteranas, decidieron dar la espalda a su base de fans procedente de los setenta o primeros ochenta, ignorar su estilo y autenticidad, y pintarrajearse como putas para encajar en la corriente spandex & laca, rezando para que la MTV les metiera en su rotación de video clips. Algunas veces funcionaba, otras no. Judas Priest hicieron el cambio en Turbo, Van Halen con el segundo disco con Haggar, Scorpions y Savage amusement, Whitesnake y 1987... Pintas más glam, música suavizada y masticada, especial atención a los clips y a un erotismo que nada entre el descampado urbano y Miami Vice. Pero de todos esos giros, en algunos casos a la vacuidad musical más triste, el que más me fascina es la pirueta mortal que dieron Celtic Frost. Esta banda suiza, que hasta 1987 había habitado en el underground metálico, estaba considerada como la vanguardia del metal, marcaron el camino a los estilos más extremos y fueron precursores del black metal, el trash y tantos estilos que sacudieron la música dura en los años venideros. Eran un mito intocable para los connoisseurs que consideraban a Maiden, Judas etc. metal demasiado aceptado por las masas.


(Una de las obras maestras de Celtic Frost. A reivindicar permanentemente Into the Pandemonium)

Tom "Warrior" Gabriel, líder de Celtic Frost era un tipo fascinante, terriblemente feo, creativo y valiente. Discos como el decisivo e influyente To Mega Therion (1985), con portada de H.R. Giger, e Into the Pandemonium son monumentos metálicos, de incalculable importancia histórica. Into the Pandemonium, por ejemplo, incluía samplers, violines, voces femeninas operísticas, y un metal pesado, denso, extraordinario y libre. Y estamos hablando de 1987. Celtic Frost, además, se habían formado a partir de Hellhammer, otros precursores del black metal y el death, a primeros de los 80.


(Celtic Frost, antes)

Con un currículum de esta guisa, en la cúspide de la vanguardia metálica, en 1988, Tom Warrior decide romper la banda para reformarla meses después y dar un giro total a su carrera. De repente, las pintas oscuras, satánicas de los primeros discos de Celtic Frost son sustituidas por un vergonzoso aspecto chabacano de glam rockers de extrarradio. Y así, tratando de parecer atractivos para las féminas los que antes eran las ratas negras del metal, dejan a los fans de Celtic Frost sin habla.


(Celtic Frost, después)

Y cuando entregan su nuevo disco en 1988, la cosa deviene ya en suicidio comercial y artístico en toda regla. Un metal pretendidamente moderno, aplicando mantequilla a las aristas del viejo estilo de Celtic Frost. Y lo peor, en la contraportada de ese disco, que llamaron Cold Lake, encontramos una instantánea de la banda con sus pintas más glammys (o lo que ellos entendían como glammy, parecían más unos malos imitadores de la Vinnie Vincent Invasion) ante la cual no hay palabras. ¿Qué pasaba por la cabeza de Tom Warrior, el que una vez fue gurú del metal con ínfulas artísticas? Perdieron a sus fans más fieles, su credibilidad se fue a la basura y ni siquiera consiguieron sus objetivos comerciales. Posteriormente, Tom Warrior no querría ni oir hablar de Cold Lake, y ni siquiera lo reeditaría en cd. Como los Kiss de The Elder, Celtic Frost ya tenían su obra maldita.


(Cold lake -1988- el disco que hundió a una banda mítica)

Y eso que Cold Lake no suena nada mal hoy en día, más que nada porque Tom Warrior ni queriendo es capaz de pasar por un hermano bastardo de Brett Michaels; aún en su peor momento creativo, habiendo perdido definitivamente el norte y queriendo pasar por lo que nunca serían, la música de Celtic Frost continuaba teniendo ese aliento frío y extraño, malsano. Lo único cierto es que Celtic Frost no se recuperaron jamás del batacazo, y tuvieron que pasar varios años antes de que la banda se reuniera de nuevo y Tom Warrior emergiera para las nuevas generaciones como uno de los pilares más influyentes del primer metal extremo. Hoy día nadie discute la importancia de la obra de Hellhammer y de Celtic Frost.


(Arriba, el denostado tour de Celtic Frost y su Cold Lake. Aquí rozando el ansiado éxito como cabezas de cartel en el Hammersmith Odeon. Los fans de toda la vida no podían soportar esas pintas y ese sonido. Hoy en día tampoco suena tan mal)

miércoles, febrero 08, 2012

EL OÍDO MUSICAL DE UN BEBÉ

Es curioso como, en el mundo ultra visual en el que vivimos, para un bebé la vista sea el sentido menos desarrollado, el más inútil. Tardan semanas en distinguir formas, en identificar objetos y personas por la vista. El oído en cambio, está más desarrollado desde los primeros días. O por lo menos eso es lo que noto con mi niña. Hoy un amigo me ha enseñado una aplicación para móvil que te permite montar tus propias ambientaciones musicales para relajar a tu bebé: pongo un fondo de "hoguera de campamento", le añado una melodía de "caja de música", un poco de sonido de viento lejano y unos cuantos pajaritos del bosque, y si me siento un poco surrealista, le añado el canto de monjes budistas, o el entrañable golpeteo de una mecedora mientras aúlla el lobo en las colinas. Y así construyes tu fondo musical para que tu pequeña se relaje mientras le cambias el pañal. Hoy ha colado, y le ha cambiado la cara con la melodía que le había montado, igual de ojoplática que yo cuando escuché por primera vez el Life after death de Iron Maiden. Lástima que a los cinco minutos haya decidido cansarse, pasar de la novedad, y optar por el clásico berrinche. Como su padre, que cada vez tiene menos paciencia con la música nueva, y si no le interesa lo que escucha, a los cinco minutos recurre a la calidez y la seguridad de un disco de Rory Gallagher o los Stones.

sábado, febrero 04, 2012

GARY MOORE, LIVE AT MONTREAUX 2010


El blues de Gary Moore era bronco, de brocha gorda, blues de carga y descarga, de Área de Guissona, de torno, palé y hormigón. Su guitarra derramaba lágrimas de elefante, y la sutileza era sutituida por la traca y el petardazo. Pero hay algunos álbumes blues de Gary Moore que me gustan, como el que le dedicó a Peter Green, Blues for Greeny. De su etapa anterior, el mismo blues paquidérmico era hard rock fuerte, de sabores celtas, con inolvidables discos como We want Moore, inmenso directo, su mejor entrega en mi opinión, que fue Victims of the future o Run for cover. Con el tiempo se le perdonan sus años de blues para las masas, de algo había que comer, y si podía ser, sin soltar agudos imposibles. Pero cuando en 2010 Gary decidió girar de nuevo con Neil Carter a los teclados y coros (ahora calvo como una bola de billar) y recuperar su carrera hard rockera, todos nos felicitamos. Lo que suena en este directo desde Montreaux es un Gary tan bronco como siempre, saliendo airoso con temas exigentes como el inicial Over the hills and far away, y firmando en escena tres temas nuevos que no están nada mal. Su aspecto delataba que algo no iba del todo bien, recordaba a Rory Gallagher en los 90; ambos tocaban muy bien, pero de repente te los encontrabas hinchados como globos, evidenciando sus problemas de salud. Lástima que Gary muriera pocos meses después de este concierto (en un rincón tan lamentable como Estepona). Gary era un buen tipo, y no me caen los anillos al reconocer que ahora disfruto no solo de sus álbumes duros, sino del blues de Corte Inglés que se inventó luego y que tan rico le hizo.

jueves, febrero 02, 2012

CHRIS CORNELL, SONGBOOK


Desde luego que este Chris Cornell es mejor que el Chris Cornell del último disco en solitario, y mejor que aquel que debutó (y nos convenció entonces) con Euphoria Morning, después de disolverse Soungarden. Enfrascado ahora en el retorno de la banda madre, Cornell recopila estas tomas sacadas de una gira acústica, y se nos presenta de nuevo en la senda que nunca debió abandonar. Podría haber sacado maravillosos y oscuros discos él solito con su guitarra acústica, lástima que optara por una carrera gris. Porque aquí I am the highway (Audioslave, por ejemplo, es una banda que ya nadie recuerda), Call me a dog o Fell on black days suenan austeros y serios, perfectamente desnudos. De un tiempo a esta parte, el legado de las bandas más masivas de Seattle anda en buena forma: Alice in Chains grabaron un increíble e inesperado disco hace un par de años, Pearl Jam se han quedado con la condición de banda clásica fruto de su trabajo de todos estos años, y Soundgarden apuntan a que están haciendo las cosas bien.

miércoles, febrero 01, 2012

TARDE

Ahí fuera el tráfico y la gente sigue acelerando, aquí dentro podemos permitirnos, solo por unos días, discurrir de otro modo. Marina se ha dormido encima mío un par de horas, mientras yo iba pasando canales, el informativo 24h de Televisión Española, y el informativo 24h de TV3, de uno a otro, adormilado, y la pequeña se mecía en mi respiración. Ahora se alimenta en el regazo de su madre. Voy pensando en mi niña, en como las cosas están cambiando, de momento, a un ritmo benévolo. Para nosotros, pronto será el momento de volver a gritar, a equivocarse y a acertar. Pronto volverá el deseo irrefrenable, llegar a casa con el parte de la derrota, o el del triunfo. Nos hemos vuelto más egoístas, y nadie sabe qué va a pasar. Lo único verdadero es que Marina está aquí, y hay que cambiarla, limpiarla, decirle cosas bonitas y palabras inventadas, cogerla cuando llore, darle de comer. Es una buena tarde para todo eso, y quedan un montón de cosas por hacer.