jueves, mayo 07, 2009

HERMANO MAYOR, HERMANO MENOR

Somos los segundos o terceros de la fila. Los hermanos pequeños. De niño hacía lo que hacía mi hermano. Él era desordenado, yo también, él coleccionaba fascículos de Félix Rodríguez de la Fuente, yo también, él lloraba por estar castigado, yo me sentaba en la cama a su lado y también lloraba, aunque no entendiera qué carajo estaba pasando. He de decir que jamás ha habido un contacto íntimo, una sinceridad, una desnudez entre mi hermano y yo, pero nunca he dejado de ser el pequeño y él, el mayor. También estaba mi hermana, pero la fascinación que uno siente de niño por los mayores se canaliza por sexos, así que yo quería ser mi hermano, y lo imitaba en todo. Los hermanos investigan el terreno, tropiezan y se levantan, y los pequeños lo ven, toman nota e imitan. Los hermanos mayores ensayan la salvaje sociedad adulta abusando de los pequeños, y los pequeños acceden, dejándose abusar, pero en nuestro caso no me puedo quejar, él fue suficientemente respetuoso. Pasaron los años y hubo algún lío aislado, las peleas entre hermanos son sucias y descarnadas, como si se hubieran estado incubando durante muchos años y de repente alguien descorcha la botella y sale toda la mierda. Las peleas entre hermanos pueden acabar mal, mejor no empezarlas. El hermano mayor es el primer obstáculo que el pequeño deberá superar, el enemigo en casa, pero también es el héroe, el Livingstone que todo lo descubre y vuelve a casa con el tesoro. Y mi hermano me descubrió el rock n´roll, aunque el rock n´roll ya poco signifique para él. Esas cintas con grupos extraños grabadas de la radio han sido el sedimento de mi pasión. Él no lo sabe, pero me salvó la vida... o no.