lunes, agosto 18, 2008

WASP : "THE LAST COMMAND" (1985)


Blackie Lawless es una institución, y ya lo era en los ochenta, un viejo lobo de mar que explotó con una banda, WASP, que no dejaba lugar a sutilezas, la banda ideal para mandar a paseo a tus neuronas y apuñalar por la espalda a tus vecinos. El hard rock más asalvajado de la segunda mitad de los ochentas era el suyo, y The Last Command, su segundo disco, una carga más de sangre, ruído y esas letras que solo Blackie es capaz de escribir (y cantar, la suya es una voz que casi nadie valora en su justa medida): "Les-bo nymphomaniac, ooohhh, shés got a gilfriend that´s seventeen!!!!". Pero pensar que WASP eran únicamente unos descerebrados de lo peor de L.A es quedarse a las puertas de la verdad. WASP eran escoria, hell´yeah, pero en las letras, en la actitud, en la concepción de los discos, en la producción, había algo más, quizás un plan frío y calculado para agradar al gran público a la vez que levantar los ánimos del puritanismo americano, como de hecho así ocurrió. No sé, The Last Command es una maravilla que abraza un sonido más, ejem, pop, combinado idealmente con la violencia de su primer disco (El tema de apertura, Wild Child es, en el fondo, puro ochentas, y cuantos grupetes poppies de la época no habrían vendido su alma y su cartera a Blackie por grabarla ellos), pero también hay misterio y fantasía alicecooperiana en Widowmaker, y fiesta al estilo Kiss, solo que de un desfase que erizaría la peluca a Gene Simmons, como en el himno Blind in Texas. Otras perlas como Ball crusher son la prueba de lo convencidos que estaban Blackie y Chris Holmes de lo que hacían. WASP no tiene una mala carrera, y discos como Killfuckdie, de los noventa, me encantan; con el paso del tiempo, la crudeza de su música sigue intacta, solo que ahora también se aprecia que había un trabajo detrás, una jugada. Un plan.