domingo, febrero 10, 2008

JERRY GARCÍA & PERSIAN



Son dos imágenes que separan al Jerry Garcia gurú del hippismo, el captain trips en su era dorada de 1970, del Jerry gordo, blando, diabético y yonqui de 1995, poco antes de morir. Estoy leyendo una biografía de uno de los fieles roadies y hombres para todo de los Grateful Dead, titulado Living with the dead, de Rock Scully. El libro es un divertido a la vez que ágrio resumen de eso, como el hombre que sintonizó todas las ondas hippies durante treinta años pagó luego sus facturas. Primero con la decadencia de su cuerpo y su mente, luego con una temprana muerte a los 53 años.
Jerry Garcia se pasó lustros enteros fumando persian, que no se que traducción tiene en castellano, metiéndose cocaína y terminando en su madurez con la heroína. Era su vida, de algún modo esos eran sus preceptos, iban con él y con la existencia que él representaba. En los 80 y 90, legiones de fans llenaban estadios para ver a los Dead y hacer realidad su fantasía Woodstock: colocarse y subir a la nube. Luego acusaron a Jerry de incitar al consumo de drogas, pero que va, la gente hace lo que quiere, y él no tenía culpa de que sus seguidores fueran como eran.
Este hombre era mágico. Una máquina aspiradora de drogas, M&M´s y helados, eso en lo anecdótico (ah, y cuentan en el libro que su corte le compraba para su casa todo tipo de muebles, alfombras y objetos con la única condición de que no fueran inflamables, porque Jerry fumaba como un carretero y ni se molestaba en apagar las colillas, su casa era como un maldito queso gruyere). Un desastre natural a la altura de Brian WIlson en algunos momentos (los 80), pero aún en su decadencia, su guitarra y su voz seguían siendo una luz en la noche. Yo lo digo y lo pienso siempre, nada, absolutamente nada suena como la guitarra de Jerry.